NOÉ


El director de 'La fuente de la vida' y 'Cisne negro', Darren Aronofsky, nos trae una adaptación del relato bíblico que cuenta la vida y misión de Noé.

En un mundo destruido por la perversión de los hombres, un humilde carpintero llamado Noé (interpretado por Russell Crowe, 'Gladiator (El gladiador)' y 'Robin Hood') recibe una importante misión que será trascendental para la evolución y el desarrollo de la raza humana.

Dios, cansado del corrupto y depravado comportamiento de los seres humanos a los que él mismo dio vida, advierte a Noé de un necesario e inminente diluvio universal que depure y libere a la tierra de la acción humana. El respetuoso carpintero de buen corazón se convierte en el elegido para asegurar el éxito de este plan divino, es responsable de proteger a aquellas especies que no son partícipes de la devastación de la naturaleza y la decadencia del planeta.

Noé tendrá que construir un arca gigante para salvar a su familia, donde deberá reunir a una pareja de cada especie animal para preservar su conservación y crecimiento tras el apocalíptico diluvio que acabará con la humanidad y su fatídica conducta. El arca evitará que los seres que estén dentro mueran ahogados y los mantendrá con vida para una posterior reconstrucción del universo.

Darren Aronofsky lleva este mito que ha ido trascendiendo a lo largo de la historia del ser humano a la gran pantalla, con la ayuda del galardonado guionista John Logan ('Gladiator (El gladiador)' y 'El aviador'). Una historia, según el director, oportuna y contemporánea a nuestro tiempo que habla de un apocalipsis medioambiental, un tema bastante recurrente en nuestra actualidad.

300: EL ORIGEN DE UN IMPERIO

Hace siete años 300 contó la épica derrota de los griegos -de Leónidas y sus trescientos espartanos- en el desfiladero de las Termópilas. El nuevo proyecto pretendía lanzar al mercado a la vez la secuela de la película y la de la novela gráfica de Frank Miller en la que ésta se ha inspirado. La novela Jerjes no llegará a tiempo.
La nueva historia cuenta el origen del odio del rey persa contra los griegos, y las maniobras de Artemisia, comandante en jefe de la armada persa, por canalizar ese odio hacia una guerra total, con la que ambos saciarán su venganza. Ninguna de esas historias es verídica ni tiene importancia; siguiendo la estela de la película anterior vemos a Temístocles, almirante ateniense, luchando por unir bajo su mando las flotas griegas y así poder enfrentarse a la gigantesca flota de Jerjes. Y siguiendo también la estela de la anterior película, vemos una y otra vez la misma flota y los mismos ríos de sangre  -generados por ordenador- que ya han dejado de ser novedad y llegan a aburrir.
Una gran carnicería hecha espectáculo puro, pero poca historia -personal o real- a la que hincar el diente. 
Fernando Gil-Delgado
Han pasado ocho años desde que un tal Zack Snyder sorprendiera a medio mundo con su segunda película ,“300”. En este periodo de tiempo se han sucedido todo tipo de cintas donde se copiaba descaradamente tanto la estética como ese estilo a medio camino entre el videoclip y el videojuego que tanto gustó en su momento. Ahora llega a las pantallas “300: el origen de un imperio / 300: rise of an empire” (2014), la secuela de la obra gráfica de Frank Miller, que en este caso dirige Noam Murro, y en la que Zack Snyder se ha encargado del guion junto a Kurt Johnstad, que a su vez adapta la novela gráfica “Xerxes”. 
En esta ocasión el general ateniense Temístocles, vencedor en la batalla de Maratón, busca unir a todas las polis griegas para luchar contra el pueblo persa, que bajo el mandato de su rey Jerjes y la peligrosa Artemisa, pretenden destruir toda Grecia. 

El director ha decidido, sabiamente, conservar los elementos que hicieron de la primera entrega un éxito, sin embargo, después de tantas aproximaciones estilísticas, la propuesta provoca hastío e indiferencia. Grandes escenas como la Batalla de Salamina, que supera claramente al clímax de “300”, seguramente pasen desapercibidas por un público que prácticamente ya lo ha visto todo. La ventaja en este caso es que el universo Miller, alejado de toda veracidad histórica, se ve ampliado con entornos como Atenas o Babilonia, que todo sea dicho, no lucen mucho en su versión 3D, totalmente innecesaria en este caso.

Los guionistas han decidido construir una historia que funciona a la vez a modo de precuela y secuela; apoyados por flashbacks que en algún momento lastran el contenido, ralentizando el ritmo, como muestra el segmento dedicado a contar la historia de Artemisa. Tampoco son necesarias las continuas referencias y numerosos guiños que hay hacia su predecesora, quizá por miedo a un posible resentimiento por parte de los fans más acérrimos. 

Si en “300” la intervención de Jerjes es una de las escenas más recordadas, aquí el personaje ha sido privado de todo poder, desmitificando al rey-dios, para el que Rodrigo Santoro cumple, un poco más comedido que en el film anterior. Y es que si hay un personaje capaz de robar todas las escenas ese es el de Artemisa; arrebatadora y aterradora a partes iguales de manos de una Eva Green que demuestra habérselo pasado en grande y es sin duda lo mejor de la película. Sullivan Stapleton también resulta creíble en su papel de Temístocles, aunque no posee el mismo carisma que el Leónidas de Gerard Butler, ya que su rol de ateniense no atesora las cualidades belicistas espartanas, algo por lo que los seguidores de la primera parte que desconozcan la historia griega, pueden argumentar en contra del film. El resto del reparto apenas tiene oportunidad de lucirse salvo Lena Headey que repite como la Reina Gorgo, con resultados similares a los de la película anterior.

El film funciona como entretenimiento y preserva la continuidad con su predecesora, los fans pueden estar contentos con el resultado y aquellos desconocedores de la obra podrán disfrutarla si no acuden a la sala con muchas pretensiones. Sin embargo, empieza a notarse el desgaste y una nueva secuela quizá no aguantaría el reconocimiento del espectador.
Alejandro Chacón