El paso de la República Romana, al Imperio de Roma, aunque fue algo difuso, al persistir giros tanto republicanos como monárquicos, se puede decir que durante el siglo I a.C, la Roma Imperial, ya constituyó una forma de gobierno que persistiría, hasta la definitiva caída de Roma, en tiempos de Octavio Augusto, siendo elevado a la categoría de dios viviente.
Acabando de reforzar el Imperio Romano, con su probada buena dirección de estadista, como militar, rectitud en su que hacer frente al Imperio, pero con mano dura, donde no permitía desviaciones de sus mas allegados colaboradores.
Augusto conquistó para el Imperio Romano, la difícil región de los galos, consiguiendo al final, tras una larga guerra, doblegar la Galia anexionándola a Roma, otro tanto parecido fue con las guerras contra Hispania, ampliación de la frontera a costa de los germanos, los narbonenses, retios, entre otros, como las importantes provincias de todo el norte de África.
Se caracteriza el Imperio Romano, por las grandes convulsiones que tuvo durante todo su periodo, guerras civiles, continuos asesinatos de sus emperadores.
La consolidación del Imperio Romano, fue la obra principal de la dinastía Flavia, con los emperadores, Vespasiano, Tito, o el tirano Domiciano.
No obstante el apogeo del , se llevó acabo bajo los auspicios de los. Emperadores Antoninos, como Nerva y Trajano, donde se produjo la máxima extensión del Imperio Romano.
Como buen administrador del Imperio Romano, lo tenemos en Adriano, sucesor del emperador Trajano, el cual construyó el célebre “muro de Adriano” en la Britania (actual Inglaterra).
Florecieron, en este periodo imperial, las grandes obras arquitectónicas, las artes, la cultura, y las bases jurídicas, por las cuales aun se rigen los pueblos occidentales.
Irrumpió en pleno Imperio Romano, el cristianismo, en un principio, oculto, y sin ningún poder fáctico, pero que adquiriendo adeptos y fortaleza jurídica, llegó a imponerse en todo el Imperio Romano, sobre todo gracias al Emperador Constantino el Grande, no tanto como convicción religiosa, ya que él mismo siguió siendo pagano, pero si pudo atisbar en el cristianismo, una gran potencia política y religiosa, por lo que acabó imponiéndola con rango de religión estatal en todo el Imperio, no obstante al final de su vida se hizo bautizar.